03 junio, 2009

Historia de Yeyé, Shangó y los cangrejos.

Una mujer llamada Lleyeguná tenía una hija de nombre Yeyé. Las dos vivían cerca del mar y había un arrecife muy grande.
La mujer dijo un día: "Nadie se casará con mi hija a menos de que pueda construirme una casa en lo alto del arrecife"...
Vinieron hombres de la aldea de Olofin para tratar de construir la casa, ya que Yeyé era famosa por su gran belleza, además de ser buena cocinera y aseada.
Fracasaron todos en su empeño, pues era dificil poner las estacas de madera en el arrecife.
Un día en el que Shangó se encontraba pescando, conoció a Yeyé y ambos se enamoraron.
Shangó comprendío que la madre había puesto este ardid para impedir que ellos se casaran. Entonces fué donde Orula, quien le dijo:
"Vete a casa de Obatalá para que te haga rogativa de cabeza, despues vete a una palma y siéntate a pensar"...
Shangó lo hizo todo y al día siguiente se presentó donde vivían Llelleguná y Yeyé, llevando en sus manos una canasta de cangrejos, la cual le entregó a la madre diciendo:
-"Si Usted cocina estos cangrejos a mi gusto, yo le construiré la casa que quiere en lo mas alto del arrecife y podré casarme con su hija"...
Al rato llegó Lleyeguná con los cangrejos cocidos y le dió uno a probar. Shangó se lo devolvió inmediatamente, diciendole:
- "Todavía no estan hechos!... La parte de afuera está dura!"
Los dos entablaron una discusión, ella aseguraba que ya estaban listos y el que no. Al fin decidieron ir donde Olofin para que el resoviera la disputa.
Un vez allí la madre de Yeyé le preguntó a Olofin:
- "¿ Usted ha visto alguna vez cangrejos cocidos que no tengan la concha dura ?"
- "No" - contestó Olofin
Entonces Shangó preguntó:
- "¿ Usted ha visto alguna vez una gran casa construida en lo mas alto del arrecife ?"
- "No" - fué la otra respuesta de Olfin, quien enseguida les preguntó:
- "¿ Pero a que se debe todo esto ?"
Shangó contestó:
- " La madre de Yeyé, dijo que si yo le construía una casa en lo alto del arrecife, podría casarme con Yeyé, de quien estoy enemorado. Estuvimos de acuerdo en que si ella me cocinaba los cangrejos "de acuerdo a mi gusto", yo le construía "la casa que ella quiere". Lleyeguna no ha podido cocinar los cangrejos como yo quiero y yo no puedo construir la casa que ella desea,
¡ pues las dos cosas son imposibles !
A lo que Olofin dió su veredicto:
- "Shangó tiene razón"... "has ganado a una esposa en buena lid"...
De esta historia podemos deducir claramente, que si Shangó no hace rogativa de cabeza, no habría tenido la claridad suficiente para pensar y ganar la apuesta.
Por eso, cuando tengamos un problema dificil y no tengamos la suficiente luz de pensamiento para resolverlo, vayamos donde Obatalá para que nos refresque y nos dé la tranquilidad necesaria para tener mejores ideas.

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